marzo 19, 2009

La línea plana

A José María Pinilla

¿Escuchas, José María, cómo se dobla el mar entre los dedos?

Podría ser mañana
esa estación en la que insistes con voz y sin latido,
el soplo de la orilla que me devuelve el verso, el intocable,
la mínima esperanza en los relojes.

Puedo escuchar ahora ese horizonte leve que se inquieta
y de un tajo divide los silencios:
uno para tu cuerpo,
que llorará la sangre hasta quedarse seca
y otro para el mar,
donde la forma helada de la tarde construye el abandono.

Porque estabas equivocado, sí, nunca han sido bellas las gaviotas
ni la felicidad es una línea plana al nivel de la arena,
porque tuviste que morirte ahora, este mes sin garganta
tan mudo y tan humano.

Yo sé que el olvido es un mal que no contiene el tiempo,
que se precipitaron
cordones de vacíos en tu boca
pero a veces, uno espera el llamado de los puertos
porque ellos conocen todas las despedidas
y saben reclamar la vuelta del frágil navegante.

En un lugar de la Habana hay una mujer que llora
con las manos manchadas de tabaco,
ella no sabe la razón de que le crezcan lágrimas en marzo,

pero tú y yo, José María,
lo sabemos.

3 comentarios:

Marian Raméntol dijo...

Lo sabéis, mi querida Sara, y lo sabe el mar, que acunó su mirada en el último trazo de un Gran Hombre.

Mis besos
Marian

Sara Castelar Lorca dijo...

Y tú también lo sabes Marian, como también sabemos que es mentira, que nadie es capaz de irse para siempre...

Un beso, reina

Sara

Mario Carvajal dijo...

Poesia, solo eso, y mas que eso, un sugerente final que enmarca toda esa tristeza, y la convierte en un misterio plutonico, disfrutando a mas no poder de tus versos, poesia sin par, de esas que no se leen en ninguna otra parte, ni en ningun otro sitio, a no ser ese silencio que nos dobla el cansancio y rompe los limites de la realidad