diciembre 23, 2010

Un poema de Enrique Pérez Arco





















6

Aquella luz mojada por el recuerdo
nutre aún los árboles, el ramaje
inmóvil, la respiración que brota
del tacto en la intemperie.
Hay que llegar temprano
entre dos luces
y abrir la herida con precisión.
El interior derrama un silencio vivo.
Sobre la corteza el ámbar cristaliza
abrasado por el aire
y los dedos se manchan de profundidad.
La recolección del incienso
en el fondo oscuro deja un vacío
que arde hecho aroma detrás de los ojos.


Inédito






La herida frente a todo, la incisión necesaria para que el silencio ensanche la memoria y sea palabra, signo vivo que siente, quizás frío, quizás uno mismo en su desnudez más cierta, quizás todo cuanto importa…el silencio se desprende de la nada y se convierte en materia pura, en la búsqueda que no tiene fin, en el camino que nos lleva a todas y a ninguna parte, pero en definitiva: un vacío que arde hecho aroma detrás de los ojos.

La poesía de Enrique Pérez Arco discurre en un lenguaje poético de un nivel extraordinario, es la calma, el silencio, la sonoridad pausada del paisaje que se funde siempre en el hecho poético, es también la hondura del que roza con los dedos la delicada línea donde termina el mundo y comienza el vuelo… poesía sin artificio, capaz de crear una atmósfera tan cercana como elevada, una poesía altamente reflexiva que nos conduce, sin forzarnos, por la emoción más limpia y es capaz de remover los pilares más profundos del ser con la sencillez del que siente la poesía como un hecho vital y cotidiano.

Mirar desde dentro hacia adentro, ese es el ángulo desde el que Enrique construye esta realidad entre dos luces, este callar diciendo en la mirada.


Enrique Pérez Arco ha publicado "La Extensión", Editorial Patrañas, 2006, un libro imprescindible en la poesía actual española.

Aquí una reseña del libro:

http://revistaespantapajara.blogspot.com/2009/07/revista-espantapajara-edicion-de-julio.html

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Un magnífico poema, pero también una hermosa crítica, hermosa porque facilita el conocimiento de la obra del autor que reseñas, Sara.
Curiosamente me ha sucedido, al leer la reseña que le dedicas en la revista, que me he sentido por completo identificada con la poètica del autor, explicada por ti y por sus mismas palabras , mientras que al leer sus versos no me ha llegado la misma sensación. Se percibe de alguna forma que eres gran conocedora de su obra. Son este tipo de críticas las necesarias si queremos lograr la extensión del lenguaje poético, lo que sucede s que siempre me pregunto y mi respuesta casi siempre es no, si los versos deben ser explicados. No lo digo peyorativamente sobre la actitud y labor del crítico o la posible actitud del autor que explica su obra. cada cual debe hacerlo como estime conveniente y todas las actitudes son para mí respetables (siempre que lo sean, claro). El problema, la cuestión creo yo es que si un poema se explica debe hacerse al menos muy a posteriori puesto que si no el propio acto poético habrá quedado hecho trizas; de alguna forma se contribuirá a que el "hacer" de ese poema haya sido truncado porque en todo poema existe un futuro acto (en el concepto aristotélico del término) sobre el que literalmente me da miedo "intervenir" con una posible explicación de él, tanto como posible cr´tica como autora del posible poema susceptible de fuera).
la poesía de alguna forma recoge un futuro anterior, aunque parezca un contrasentido y su camino es como un no saber hacia donde va pero que sí va...
En fin, en todo caso, y esto es aparte, más allá de la semiología, el poema en sí me ha gustado, al igual que el otro que expones en la revista. me gustaría hacerme con algún libro de este autor. Tal vez y sólo me aleja de e´l cierto tono demasiado frío, pero bien sabes tú que esto sólo contiene posibilidad de "juicio" porque mi forma de percibir puede ser más cálida. En ese sentido soy muy heraclitiana, :)
Gracias por la posibilidad de cercanía que das al conocimiento de la poesía de otros autores, Sara. mis felicitaciones a Enrique Pérez Arco, a ti como comentarista y a benjamín también por esa revista.
Un abrazo, un besazo enorme. ya nos veremos en cualquier momento de nuevo, cerquita estamos, ;).

Anónimo dijo...

"Los dedos se van manchando de profundidad".
Vacío, herida, silencio. Algo como la savia de la vida ¿no?
"Abrir la herida con precisión", es verdad, ¿con qué escalpelo?

Gracias por tu ofrecimiento, ya te haré llegar lo necesario.

y gracias por difundir todas estas voces.

Un abrazo
Leonardo

Benjamín León dijo...

Magnífico el poema de Enrique, quien, desde el mismo comienzo abre el campo semántico y se aprovecha de los recursos creando una comunión trascendental entre elementos naturales y subjetividades internas: “luz mojada por el recuerdo”. Tal vez en eso consiste la idea más honda de un lenguaje poético, la construcción de una visión propia sobre el mundo y la forma de interpretarlo y expresarlo en el poema de manera particular. Lo anterior unido a una versificación libre, contenida, respirada, casi susurrada a los ojos del lector y a la atmósfera inicial que abre y que no concluye hasta que el texto acaba. Hay un factor elemental que tiene que ver con la disposición de la pausa versal, que sin obedecer a una métrica clásica, como sucede generalmente con los poetas españoles, logra crear un abismo, un silencio profundo oscuro y límpido en cada pausa versal, otorgándole al lector silencios, sólo silencios, de esos que tanta falta hacen y que son los que dialogan con el texto poético creando finalmente una obra coherente entre fondo y forma. Sin duda, un poema alto y hondo, lleno de una serie de signos que comulgan entre sí, y que construyen un trabajo magnífico.

Pienso, después de haber leído “La extensión”, muy honestamente, que urge leer esta nueva entrega de Enrique, un poeta que se ha forjado desde lo interno, sin más pretensión que la poesía misma, y que consigue despojarse abiertamente de las tendencias que hoy abruman en el escenario poético, tan competitivo y alejado de la esencia de la poesía.

Para que hablar de tu comentario, ese que se acerca desde la ternura, como diría Benjamin, y, además, en este caso, desde el conocimiento y comprensión de una obra construida, más allá de la singularidad de un poema. Gracias a ambos.

Sara Castelar Lorca dijo...

Me alegra que te pasaras, Sofía, es cierto que las lecturas tienen muchas aristas, y estoy de acuerdo en que los poemas no necesitan explicarse, muy posiblemente en el caso de Enrique aún más de acuerdo, dado que los espacios que él nos ofrece son tan extensos, tan libres, que en ellos encontramos un lugar propio donde los significados originales carecen de importancia. Por ello mi texto no es más que el espacio que el poema me prestó para moverme en sus parámetros, el que quedó para ejercer mi libertad al sentir, y esas sensaciones mías pueden ser muy opuestas a las del autor, sin que por ello pase absolutamente nada. Esto sucede porque la información no es relevante, su lenguaje sí.
También es cierto que conozco su obra, y claro, tengo la ventaja de una visión global de la misma, ya que es complicado conectar desde la singularidad de un poema, sobre todo en poemas de construcción tan interna, quizás por eso sientes esa frialdad, porque en realidad es parte de un latido mucho más amplio.
Seguro que te encantará el libro, ya te diré cómo lo puedes conseguir.

Un abrazo grande

Sara Castelar Lorca dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sara Castelar Lorca dijo...

Tú lo has dicho Leonardo, la savia de la vida, así tal cual...¿has visto cuántas puertas es capaz de abrir?
No siempre un texto nos deja la oportunidad de entrar por donde queremos y más extraño aún es que nos deje la posibilidad de quedarnos.
Me alegra mucho que te hayas acercado a este autor, estoy segura de que no te defraudará.

Un abrazo de fin de año.

Sara Castelar Lorca dijo...

Estoy completamente de acuerdo contigo, B, la hondura del lenguaje poético a través de esa fusión tan especial con el medio, los elementos cotidianos, o las sencillas acciones diarias al servicio de la expresión íntima del ser, no se necesita más, la poesía sucede de forma natural, innata en el texto. El filtro de Enrique es tan imperceptible que uno olvida los significados asignados comúnmente de una forma automática, la poesía no se fuerza, tan sólo sucede. Esto supone un nivel muy elevado en cuanto a la asimilación del lenguaje poético como forma de comunicación, como tú muy bien apuntas, y yo, en el caso de Enrique me atrevo a afirmar con tu misma rotundidad.
También es cierto que esta poética tan acertada es muy inusual, no estamos tan acostumbrados a estos autores (me refiero en la actualidad) que nos permiten ejercer la libertad al leer una obra sin que ello les aísle en ningún sentido.
Como ya hemos comentado muchas veces, el valor de esta obra se hará notar, tarde o temprano, como sucede siempre con los buenos poetas, esos cuya pretensión es la poesía en sí misma, ni más ni menos.